Illium y Olympos, o como enojarme con un libro.

Acabo de terminar de leer Illium y Olympos de Dan Simmons. Hace mucho que no me disgustaba tanto un libro, y creo que para entender por qué, y si es que no me gustó o que el libro es malo en sí.

Como nunca publiqué mis reseñas de libros 2013 (y, de paso, tampoco estoy recopilando la lista 2014) tengo que poner acá un pedazo para dar el necesario contexto, porque Simmons es el autor de dos de los libros que más me gustaron en 2013:

Hyperion / The Fall of Hyperion -- Dan Simmons. La otra recomendación [De gente en goodreads.com cuando quería algo de la onda de Anathem] , y acá sí que volaron las pelucas. Leí los dos libros uno atrás del otro, y por eso llevan una sola entrada en la lista, pero cada uno merece su propia reseña. En Hyperion, siete personajes se juntan en el planeta titular para una última peregrinación a las misteriosas Time Tombs, y en el camino se cuentan sus historias. Cada una está escrita con un estilo distinto, acorde al personaje. Todas revelan un pedacito de qué está pasando en esta versión del futuro de la humanidad, y nos cambia nuestras “lealtades”, es decir, nuestra percepción de quién es el bueno y quién el malo, por quién hinchamos. El libro termina justo cuando llegan a las Time Tombs y casi casi ahí es que empieza The Fall... con la escena dispuesta para que se desarrolle la tragedia. Y la tragedia, ni lerda ni perezosa, se desarrolla a lo largo del segundo libro, hasta que al final todo estalla, casi literalmente. Es la fin del mundo y cada uno de los personajes del libro anterior, más tres o cuatro nuevos, tiene un papel que cumplir. Son sencillamente, dos libros espectaculares, creo que los únicos 6/5 del año.

Osea que tenía altas expectativas cuando arranqué Illium, y en principio lo que aparecía me interesó. Me enculé seriamente con la “serie” en el segundo libro, por un par de cosas puntuales, pero para ese momento ya me tenía bastante cansado, y cuanto más lo pienso peor me cae. La conclusión a la que llegué mientras iba redactando este texto en mi cabeza es que no soy yo el problema, ni siquiera es una cuestión de decepción, es que la obra es mala. Antes de aplicar el algoritmo de Jack (ir por partes) dos aclaraciones: Primero, pienso revelar todos los misterios del texto (espoilear) porque pienso que no se merece que los cuide y porque si no no puedo explicar nada. Además, me refiero a ambos libros como uno solo, porque, a diferencia de Hyperion/The Fall of... que se sostienen bien independientemente, más allá del cliffhanger al final del primer libro, un tercio de la historia de Illium recién interactúa realmente con el resto en el otro libro, e incluso hasta ese momento no queda claro si son simultáneos o qué.

Empecemos por el principio que es la premisa de este libro, publicado como de ciencia ficción y ambientado efectivamente en el lejano futuro. Como Simmons no es, en sí, un mal escritor, lo que aparece en las primeras páginas de Illium resulta muy interesante: aparentemente hay un profesor de literatura del siglo XX en medio de la guerra de Troya, “contratado” o más bien forzado por “la Musa” a observar los acontecimientos de la guerra y asegurarle que los acontecimientos siguen los descriptos en el libro. Y tiran palabras como “Quantum Teleportation” y cosas así que te da a entender que acá pasa otra cosa. En los siguientes capítulos aparecen, por un lado, Mahnmut de Europa y Orphu de IO, dos robots/organismos descendientes de las inteligencias artificiales que la humanidad mandó a las lunas de Júpiter, que después se independizaron y ahora miran con preocupación las actividades de los post-humanos en la Tierra y en Marte, y, por otro lado lo que queda de la humanidad en la Tierra, viviendo en una sociedad donde los humanos tienen asegurados 100 años de vida, con “reparaciones” periódicas semi-milagrosas y todas sus necesidades están cubiertas por sirvientes artificiales, y ya no sabe ni que la tierra es redonda, sólo conocen unos metros alrededor de las cabinas de teletransporte y hay un loquito que no sólo le pintó caminar por la brecha atlántica (resulta que se puede caminar de España a EEUU) sino que además es el único que sabe leer y que aprendió, junto con otra mina, a fundir bronce, para admiración y al mismo tiempo desprecio del resto de la sociedad.

Esta parte de la premisa es la que me hizo ruido desde el vamos, porque para mí la curiosidad es algo innato al ser humano, es inconcebible que retrocedamos a ese nivel. También me resulta inconcebible que pasemos a ser una sociedad “post literaria”, como se define en el mismo libro, una sociedad sin historias, memorias ni relatos de ningún tipo. Absurdo. No es que una premisa absurda sea mala en sí, pero la tenés que hacer funcionar, y Simmons no lo logra. Está insinuado que esta humanidad superviviente es retrasada mental, pero eso se desmentiría cuando al final de golpe aprenden todo. lo que se supo y se sabe, mediante, básicamente, magia.

Pero no es esta la única faceta de la evolución de la humanidad en este libro que me causa rechazo. A medida que se revela la historia de la humanidad antes de “el rubicón” y la situación actual, más inverosímil me resulta. Aparentemente la humanidad va a retroceder a las relaciones político-sociales de la antigüedad, con imperios guerreando entre sí a muerte y destrucción total. Peor aún, no sólo ni se cuenta por qué, sino que se dice implícitamente que esa es la naturaleza inevitable del desarrollo humano. ¿Acaso Simmons pasó de su visión de la humanidad fundamentalmente optimista en 1989/90 (Hyperion) al pesimismo más absoluto en 2003/5? Lamentablemente no es eso lo que se desprende de este libro, pero veremos los detalles más adelante.

Antes de entrar en esos temas, que sería salir del libro en sí y hablar de él dentro de un contexto, hay dos o tres temas propios de la obra literaria que quiero defenestrar. Por ejemplo, quisiera saber cómo un tipo que escribe un libro con tantos personajes como este, casi no logra que ninguno me caiga bien. Particularmente, ninguno de los centrales, ninguno de los que terminan siendo “los buenos”, los que ganan y aparentemente teníamos que querer que ganen durante todo el libro. Sólo dos se salvan, los robots-orgánicos de las lunas de Júpiter, Mahnmut y Orphu, protagonistas de una de las tres líneas argumentales del 1er volumen del libro. Puesto a pensar por qué me caen bien, la respuesta resulta sorprendentemente obvia: son los únicos personajes humanos de todo el libro. Son dos tipos que hacen su laburo, que buscan averiguar/deducir lo que sus jefes les están ocultando y que, en sus tiempos libres, leen y discuten a Shakespeare, Proust y otros autores clásicos. El resto se divide entre los personajes tomados de la Ilíada y compañía, que no logran ser mucho más que los bárbaros que un lector contemporáneo ve en esos héroes; algún post-humano que sigue dando vueltas todavía por la tierra, y todos los que se auto-convirtieron en dioses olímpicos, indefendibles los mires por donde los mires, a juzgar por las cosas que han hecho con la Tierra y el rebaño que es la humanidad sobreviviente, que ellos crearon y esta humanidad, de la que ya hablé antes, y que vienen a ser los “buenos” del libro, pero que para mí no pasan de figuritas de cartón. Sueltos por ahí andan el tipo del siglo XX que lo agarraron los posthumanos para hacer de testigo de la guerra de Troya (y ahora que lo pienso, nunca se explica de dónde lo sacaron), que al principio cae bien, pero a la final queda como boyando, como que Simmons no sabe bien qué hacer con él y él no sabe tampoco qué hacer con sí mismo; otro (?) Odiseo que termina siendo uno de los que le arregla la vida a la humanidad sin que esta haga demasiado y alguno más que ahora no recuerdo. Más 4 o 5 villanos más bien monstruosos.

Ya que lo menciono, me meto en este tema: al final, y una vez más a diferencia de The Fall of Hyperion, la humanidad no hace nada para salvarse. La salvan un tal Próspero, que no entendí bien si es el personaje de La Tempestad traído por los experimentos cuánticos de los post-humanos, la encarnación de la hiper-red de información planetaria o qué; una post-humana que quedó dando vueltas por ahí y labura con Próspero para devolverle a uno de los humanos todo el conocimiento para que después él lo reparta; y Odiseo, que después se conoce como “Noman”, que va y la convence a Circe, que creo que también era Sycorax, y que es la que estaba bloqueando un montón de funcionalidades del planeta y no se bien por qué, de irse a cojer por el espacio y el tiempo; y por último, Orphu y Mahnmut, que son los que desactivan unas bombas que amenazaban aniquilar (literal y físicamente) el planeta. De paso, nadie explica por qué toda esta gente, que sabía lo que pasaba/estaba por pasar no hizo nada antes. Una vez más se salvan los robots, porque ellos no formaban parte de la sociedad de la tierra, no sabían nada más que lo que veían por telescopio y similares, y no intervienen hasta que no ven una amenaza al sistema solar en conjunto. La humanidad todo lo que tiene que hacer es sobrevivir hasta que todo se arregla gracias, casi literalmente, a Dios.

A todo esto, quedan un montón de cosas que nunca se explican, por ejemplo: Si los dioses olímpicos son post-humanos que se metamorfosearon medio porque sí, ¿quién es Zeus, el más poderoso de ellos, que les gana una cinchada a todos los demás dioses juntos y en algún momento amaga decir que él los hizo dioses? ¿Quiénes son los titanes que están encerrados en el Tártaro y que al final se rebelan y se van a la guerra contra Zeus? ¿Quién o qué son el “Demogorgon”, “The Quiet” y las otras figuras que los dioses reconocen como superiores? ¿Quienes son, de dónde vinieron Circe y Odiseo/Noman? Nunca se sabe. Y la pregunta que me hago es ¿por qué quedó todo esto de lado y el libro se concentra en la línea argumental menos interesante de todas, a saber, qué pasa en la Tierra? Y me doy cuenta que no tengo problema en sí con no sabe qué pasa. Hay muchos libros en los que pasa esto, cosas que se mencionan, que los personajes parecen saber porque son parte de su universo, pero que no son el centro de la historia que se está contando y por lo tanto quedan en mención. Se llama Lore y es algo que le da una riqueza increíble a muchísimas obras, la más famosa, El Señor de los Anillos. Pero acá eso no pasa. La identidad de los dioses es uno de los misterios que se nos va revelando desde las primeras páginas del libro pero nunca se termina de revelar, y los dioses de los dioses aparecen medio de golpe en el último cuarto del segundo volúmen, no como una mención sino más bien como deus-ex machina y nos quedamos sin saber qué son.

Y los misterios que sí se resuelven, aunque sólo como teoría, ya que la explicación no está 100% confirmada, me lleva a otro problema del libro, menor, pero que suma. Aparentemente todos los personajes de Shakespeare, todos los de la Ilíada, Setebos y otros monstruos que andan por ahí, llegan a nuestro mundo porque los post-humanos estaban haciendo experimentos con teleportación cuántica, y en vez de acceder a otros puntos del espacio, accedieron a otros universos creados por genios. Porque el cerebro humano es una cosa cuántica, entonces los cerebros geniales como Shakespeare, Homero y el autor de Caliban upon Setebos logran crear realidades alternativas. ¿Por qué esto es un problema? Porque la idea del cerebro como una máquina cuántica ya la vi (principalmente en Anathem, uno de los mejores libros que leí el año pasado) y la de que la importancia concreta de las historias, que las historias deforman el mundo “real”, también la vi incontables veces. Es decir, las ideas más o menos interesantes de esta obra ya las vi mucho mejor usadas.


Y encima de todo esto, hay dos o tres momentos concretos que casi me hacen revolear el libro a la otra punta de la pieza. Antes de entrar concretamente en esos momentos, quiero acotar que en sí no me molestan las referencias políticas/históricas/etc. al presente real del autor (y sus lectores), aún cuando esté en desacuerdo siempre y cuando haya una necesidad literaria para estas referencias. Por ejemplo, en uno de los relatos del primer Wildcards, el superhéroe en cuestión, que responde directamente al gobierno norteamericano de 1945 va y derroca a “el dictador argentino Perón”. Si bien mi primer reacción fue, obviamente, revoleante, entiendo la necesidad literaria: el autor está haciendo historia alternativa, en 1945, escrito en 1era persona (es decir, por el superhéroe que hace la faena), trabajando (casi el mismo año que Watchmen) el tema de los superhéroes en el mundo real en vez de la fantasía propia del género, etc. Es ignorante al simplificar al General como un fascista más, pero esa simplificación es un atajo para exponer las ideas del texto. Si no fuera justo Perón mismo no le daría tanta bolilla. No es el caso de este libro. Por estar ambientando en el lejanísimo futuro, no debería necesitar referirse a los conflictos actuales. Al no ser, en principio, la crítica política general uno de los temas del libro, estos asuntos no vienen al caso. Y encima, se trata de usos increíblemente ignorantes burdos de estas realidades e ideas.

Por un lado, aparece de golpe un anti-islamismo groserísimo. Resulta que los voynix, unos bichos/robots/nunca-queda-claro que hasta el 1er libro eran básicamente sirvientes de la humanidad en realidad son una creación del “Global Islamic Surinate”, para masacrar a los judíos. Y como están mal hechos, en el segundo libro aparentemente razonan “Todos los judíos son gente, ergo toda la gente es judía, ergo matemos a todos.” No sólo es palo gratuito al islam, no sólo los pinta, porque sí, como asesinos inhumanos, y encima ignorantes; sino que es una explicación estupidísima de este cambio de actitud, considerando todos los seres y facciones sobrehumanas ya presentes en el libro, considerando el papel de los voynix hasta ese momento, agravada con la revelación de que “Setebos entró en este mundo entonces los voynix volvieron a su modo asesino, porque sí.

Para el momento de esa revelación yo ya estaba bastante aburrido del libro, avanzando de puro cabezón y casi lo dejo ahí nomás. Pero fui más cabezón todavía y me encontré con que pero todavía faltaba lo peor. ¿Recuerdan esas bombas que mencioné hace un rato, que amenazaban aniquilar el planeta? Para ser más precisos, son muchos misiles que llevan “wormholes”, agujeros negros en potencia, que si se lanzan, literalmente se comen al planeta. Uno de los humanos-protagonistas los encuentra en un submarino que asoma en la brecha atlántica (que es un cacho del atlántico que está mágicamente seco y transitable. ¿Quieren adivinar de quién es el submarino? Sep, del Surinato Islámico Global. Con registros de la tripulación a punto de lanzar los misiles encomendándose a Alá (el que nunca se pone a leer un libro malo) y todos los chiches. Osea, por si no quedó claro, que para Dan Simmons, los árabes son asesinos inhumanos, de judíos si se puede, y si no, del planeta entero, qué más da. Y además son ignorantes, incapaces de hacer esto solos, y la culpa es de los franceses. Posta, resulta que la tecnología de los wormholes portátiles se la pasaron los franceses, que ya habían tenido un accidente con esa tecnología que convirtió a París en “El Cráter de París” y que le habían pasado la data a “los científicos Palestinos que eran sus amigos”. Eso es cita textual, dice palestinos, ni siquiera árabes en general, palestinos. ¿Ya dije que este libro lo leí durante los bombardeos de Gaza del 2014? ¿Se imaginan la bronca que me agarró al leer eso?

¡Y eso no es todo amigos! Dos párrafos más abajo de esta revelación, el tipo este que descubre el submarino, que a todo esto ahora tiene mágicamente en su cabeza todo el conocimiento humano, cita a Gramsci, porque le aparece una frase en la cabeza, no viene al caso cuál. Lo que viene al caso es que literalmente dos líneas después dice que eso fue antes que la humanidad viera que el social-comunismo era “naïve bullshit”, osea, una idiotez naif, carente de todo valor. Y digo yo: si querés meter una cita grandilocuente para mostrar lo capito que sos y lo profundamente jodido que es encontrarse ese submarino con esas bombas y esos registros, ¿para qué elegir una de un tipo que a renglón seguido necesitás desautorizar por las dudas? ¡Antonio Gramsci! ¡El tipo se murió preso político de los fascistas! ¿No es como mínimo una falta de respeto usarlo así?

¡Ah! pero acá hay algo muy interesante, que habla aún peor de Simmons. El principal aporte de Gramsci a la teoría política en general y marxista en particular (en versión resumida por espacio y simplificada por mi ignorancia) es la idea de la hegemonía, a saber, que una de las formas que toma el dominio de una clase sobre las otras es convertir la forma de ver el mundo de esa clase en la forma normal de ver el mundo. Así, el mundo capitalista da como normales los principios de vida de la burguesía, y una parte de la construcción revolucionaria del proletariado tiene que ser crear una hegemonía propia. ¿A qué viene todo esto? A que al desestimar las ideas de Gramsci como “naïve bullshit”, Simmons escribe completa e indiscutiblemente desde la hegemonía burguesa y anticomunista. Con lo que o bien está citando a Gramsci porque leyó esa frase en algún lado y la mete acá para darse de leido, o está demostrando que leyó a Gramsci y no entendió un pito.

Anecdóticamente, y para reconfirmar lo pésimo que es este libro, ese capítulo termina con el humano este llevándose el caño a la sien, desesperado porque cree que al llevarle a la humanidad todo este conocimiento que tiene ahora reinicie el camino que termina en esas bombas y el siguiente capítulo que se centra en él, empieza con un sencillo “X sólo tuvo el arma en su cabeza unos minutos antes de bajarla”. Ma gis tral.



Así qué, en resumen, no soy yo, el libro es malo. Está técnicamente bien escrita, porque Simmons es demostrablemente un buen escritor. Pero casi que eso es todo lo que se puede decir a favor. Es aburrido, pesimista y hasta pretencioso. La premisa es en el mejor de los casos absurda y en el peor estúpidamente cínica mientras que las buenas ideas que tiene (y las tiene) las deja colgando o mal resueltas. Los personajes están poco y nada desarrollados, nunca me pareció estar leyendo sobre personas sino sobre figuras de cartón. Y encima ataca gratuitamente hechos, personas e ideas concretas de nuestro presente, sin que venga al caso y simplificándolas hasta que resultan espantapájaros que inevitablemente le dan la razón al autor. Hace mucho que un libro no me decepciona tanto, no sólo por lo que adoré Hyperion y The fall of..., sino también porque la primer mitad, Illium prometía más de lo que Olympos termina siendo.


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