Boquense en Francia VII -- ¡La Rochelle vieja y peluda nomá!

Zapie, 16/7/2013, noche tarde.

Hoy me di cuenta que nunca escribí sobre La Rochelle, ni subí las fotos. Probablemente se deba a que en el medio vino Leila a Bordeaux y básicamente colgué. Pero es raro que no haya escrito, porque La Rochelle es de todos los lugares a los que fuí hasta ahora lejos el que más me gustó. La pasé muy bien en esa salida, y eso no lo registré ni lo compartí con ustedes. Esta noche estoy un toque escabio de Lillet así que pintó escribir.

Uno de los primeros juegos con los que me envicié malamente fue el glorioso Colonization. En el Colonization yo siempre jugué con los franceses. Y el puerto europeo para los franceses era La Rochelle. Así que cuando vi en el mapa que eso quedaba cerca de Bordeaux dije QUIERO. Había planeado ir más adelante, covuaturando (o sea, compartiendo auto) porque el pasaje estaba un poco caro, quedarme una o dos noches, ir a la Ile de Ré y quizás a algún otro lado. Pero de golpe encontré que el boleto estaba a mitad de precio si ibas y volvías en el día y agarré viaje. Encima anunciaban un domingo soleado, y el pasaje era en el tren que todavía no había tomado, Intercités. Así que el domingo 30 de Junio, diez y media, estaba en la Gare de Saint-Jean y a las once y pico estaba cómodamente instalado en mi asiento saliendo para 2 horas y pico de viaje para el norte, leyendo ya no me acuerdo qué, con la mochila cargada de agua y dos buenos sánguches de jamón, queso, uno con tomate y el otro con pesto; y la cámara. Y sin el mate, que ocupa lugar y pesa.

No recuerdo particularmente mucho del viaje, excepto que unos minutos antes de llegar la vía pasa muy muy cerca del mar y uno ya se quiere bajar ahí nomás. Después se llega a una espectacular estación (que luego me enteré que es la última estación espectacular que se construyó allá por los '20) y caminás unas cuadras y llegás a Turismo, donde me dieron una revistita en español con los recorridos para hacer y contándo de los distintos puntos de interés. Y uno mira el mapa, hace unos metros y ya está en la ribera, caminando al lado de los barcos y pegás una vuelta y te encontrás frente a las dos torres de la entrada al puerto.

Y a partir de acá quizás cuenten mejor la historia las fotos que el texto, pero una cosa que me di cuenta pronto es que no sólo estaba en la ciudad de donde salieron los que fundaron Quebec, sino que también estaba en la ciudad donde transcurre una parte importante de Los tres mosqueteros. Porque en el siglo XVII, La Rochelle era la capital francesa del protestantismo, y ahí fue que los hugonotes se les plantaron de manos al rey y al cardenal Richelieu que sitió la ciudad por tierra y por mar (porque por mar los ingleses les daban una mano a los rochelenses) y en ese sitio es que transcurre un buen pedazo de la novela. Y de todo esto hay registros históricos tanto en las calles como en los edificios históricos, como en el mar.



Zapie, 21/7/2013, noche tarde.

Una semana exacta después de colgar ahí donde ven, retomo este textín. Hoy hicieron 35 grados arafue, así que ni asomé la nariz. Veamos qué había escrito la otra vez. Ajá, bien, sigamos.

La Rochelle es históricamente una ciudad portuaria y amurallada. De esos tiempos quedan varios pedazos de muralla, las tres torres, osea, las dos que cierran el puerto y la de la linterna, que está unos metros a la izquierda (¿al norte?), y por supuesto el puerto. Queda también en el barrio viejo muchas cuadras con recova, porque ahí armaban los mercados con lo que venía de América y África. Hoy en día sigue siendo puerto, según el diario local, es el que más le compite a Bordeaux, tiene aparte del viejo puerto varios diques más nuevos y dos o tres puertos y playas alrededor. Porque obviamente hoy en día también es una ciudad turística, como corresponde a una ciudad costera.

Y la pregunta es por qué me gustó tanto, obviamente. La primer respuesta que se me ocurre es que "tiene su personalidad", pero en realidad todas las ciudades y pueblos que visité tienen su personalidad. Bordeaux tiene sus edificios del siglo XVIII y XIX, su río y sus muralas, Sarlat está hecha con piedras color miel, Saint-Émillion tiene sus tertres, la torrre y las viejas abadías. Pero La Rochelle me dio la sensación de que no trata de parecerse a ninguna otra. Todas las otras tienen un aire notablemente francés, osea, todas se parecen a París. La Rochelle también, pero menos. Se distingue por las paredes blancas, las recobas, ciertos detalles de arquitectura que creo que no logré realmente fotografiar. Es una ciudad de cara al mar, cosa que obviamente la distingue de las otras que son todas de interior.

No se, quizás fue simplemente que la pasé bien, que el día estaba lindo y me lo pude tomar con calma. Bah, no toda la calma, tuve que apurarme un poco para lograr ir a dos de las torres. Porque saqué el boleto para entrar en las tres cuando llegué a la (contando desde la estación) tercera. Entonces tuve que dar una vuelta para llegar a la primera que era a la otra que quería ir, dejando pasar la del medio. Las torres son, contando desde el lado de la estación, Torre de San Nicolás, Torre de la Cadena y Torre de la Linterna. Las dos primeras cierran el puerto (que no es tan grande como se están imaginando, calculen una manzana o dos) y en la obvia, está el mecanismo que levanta (¿levantaba?) la cadena que cerraba el puerto a la noche. Las dos primeras además son las que más parecen torres de defensa, y la que yo entré (San Nicolás) es un laberinto de escaleras y escaleritas de forma tal que se puede ir de un lado a otro sin cruzarte con otro que venga subiendo. A la torre de la cadena como ya dije no entré, y después viene un pedazo de muralla vieja y la de la Linterna, que funcionaba como faro y cárcel. Por este asuntito de ser carcel, está repleto de "grafittis" pero que son prácticamente bajorelieves. Y en ambas subís y sacás fotos de los paisajes y panorámicas y mirás el mar y todas esas cosas buena onda.

Otra cosa buena onda de La Rochelle y de cierta zona de Bordeaux también, es que me recuerda mucho a ciertas partes de mi barrio. Cuando yo tenía, ponele, 15, 16, una típica salida a caminar y despejarme era encarar por Pedro de Mendoza hasta el puente viejo o hasta Caminito, todo por la ribera. Hoy en día ese camino ya no se puede hacer porque está cerrado por la autopista, y porque la zona de abajo del puente está bastante más brava que en esos tiempos. Pero la cuestión es que la imágen de empedrado + muelle + amarras + barquitos me sigue gustando hasta el día de hoy. Y eso también le da buena onda a la ciudad.

Aparte de esa corridita que ya dije, todo con toda la calma. Anduve un buen rato por el centro, no pude ver la municipalidad porque justo un par de días antes se había prendido fuego malamente, descansé en alguna costanera, comí sardinas a la plancha y dos ricos sanguchotes que me llevé y básicamente, la pasé muy muy bien. No se por qué, tampoco me importa demasiado.

En vez de hacer eso que hago siempre de poner las fotos acá, las voy a dejar todas acá comentadas con lo mejor de mi ingenio (?) abiertas a que cada uno comente lo que quiera.

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